miércoles, 5 de noviembre de 2008

Robespierre


Maximilien François Marie Isidore de Robespierre (Arras, 6 de mayo de 1758París, 28 de julio de 1794) fue un político francés (apodado «El Incorruptible» por su dedicación a la Revolución y por su pasión por la virtud) y uno de los más importantes líderes de la Revolución Francesa. Fue uno de los miembros más influyentes del Comité de Salvación Pública, que gobernó de facto durante el periodo en el que los revolucionarios consolidaron su poder, etapa comúnmente denominada como Reinado del Terror. Robespierre fue guillotinado el 28 de julio de 1794 (9 de Termidor) junto a 21 de sus seguidores, sin haber pasado por proceso alguno.
Contenido[
ocultar]Infancia y juventud
Robespierre nació el
6 de mayo de 1758 en Arrás, hijo de François de Robespierre, abogado, y de Jacqueline-Marguerite Carraut, hija de un cervecero de Arrás; fue el mayor de cinco hermanos. El último de estos hermanos falleció al nacer y provocó la muerte de la madre poco después. Tras la muerte de su esposa, el padre abandonó a los hijos y se dedicó a vagar por el mundo, quedando aquellos a cargo de su abuelo y de sus tías. Robespierre, por edad, también tuvo que cuidar a sus hermanos.

Inicios en la política [editar]
Robespierre decidió presentarse a las elecciones a los
Estados Generales de abril de 1789, haciéndose conocido en su localidad por su panfleto Adresse à la nation artésienne. Si bien los principales oligarcas de la provincia se presentaron para la elección, el 26 de abril Robespierre fue electo como el quinto diputado del Tercer Estado.
Al reunirse los Estados Generales en
Versalles el 5 de mayo de 1789, la pasión de Robespierre empezó a ser evidente. Mirabeau dijo de él: «Este joven hombre cree en lo que dice, va a llegar lejos». Ferviente partidario de las ideas de Rousseau, ya le empezaba a dar forma propia en sus discursos en la asamblea, que eran tachados de extremistas por la mayoría.
Gran orador en la
Asamblea Constituyente (se le registran unos 150 discursos hasta 1791), se fue perfilando como uno de los líderes del pequeño grupo de extrema izquierda denominado despectivamente por Mirabeau «Las treinta voces».
Desde la época de los Estados Generales, Robespierre había participado en el club de «Los amigos de la Constitución», que al trasladar su recinto al edificio de los monjes jacobinos (dominicos) serían reconocidos como los «jacobinos». Codeado de personas de su mismo origen y clase social, y al volverse cada vez más un club muy restringido, Robespierre fue ganando terreno hasta convertirse en el líder absoluto del movimiento en el verano de
1792.
La fuga del
rey a Varennes arruinó las posibilidades de una monarquía constitucional viable. Si bien Robespierre guardó cautela, miles de manifestantes decidieron pedir la abdicación del rey en el Campo de Marte el 17 de julio de 1791, recibiendo como respuesta las balas del batallón al mando de La Fáyette. Los líderes de izquierda temieron por la reacción, Marat pasó a la clandestinidad, Danton a Inglaterra, pero Robespierre se mantuvo en París, limitándose a cambiarse a la residencia de Maurice Duplay, un ebanista que residía en Rue Saint-Honoré y simpatizante jacobino, reforzando su posición al mantenerse en París y con su club durante esta grave situación.
El
30 de septiembre, en la disolución de la Asamblea Constituyente, la gente de París coronó a Pétion y a Robespierre como dos patriotas «incorruptibles».

El Terror [editar]
Denunció la guerra de
Francia contra Austria (1792), por considerarla imprudente y creer que servía a los intereses de Luis XVI. Su papel empezó a ser fundamental. Formó parte de la Convención Nacional, que se eligió por sufragio universal, y en la que se sentó entre los montañeses, llamados así por tener sus escaños en la parte alta del hemiciclo de la Asamblea Nacional. El apoyo de los revolucionarios de París (los sans-culottes) en las asambleas de cada distrito y municipio de la región parisina, llevó a Robespierre al poder: primero como miembro de la Comuna revolucionaria (el ayuntamiento) que ostentaba el poder local; luego como representante de la ciudad en la Convención Nacional que asumió todos los poderes, y en la que Robespierre apareció como portavoz del partido radical de la Montaña (junto con Danton y Marat). Fue en este momento cuando Robespierre pasó a ser republicano. Luchó firmemente contra los girondinos, el grupo de diputados procedentes de la región de Burdeos, la Gironda, representantes de la burguesía comerciante, muy poderosa en esa zona; los girondinos se opusieron a la ilegalización de la esclavitud, promovida por los jacobinos y defendida por Robespierre, por ser contrarios a extender los derechos del hombre y el ciudadano a todos los seres humanos sin distinción de razas; los girondinos constituían un grupo de presión político muy fuerte en la Asamblea Nacional pero al oponerse a la línea de firmeza republicana que representaban los jacobinos y tras su rechazo a la ejecución de Luis XVI, Robespierre los combatió duramente con sus discursos; al oponerse los girondinos al juicio, condena y ejecución de Luis XVI y la traición de su dirigente Charles-François Dumouriez (2 de junio de 1793), el grupo fue declarado fuera de la Ley, jugando Robespierre un papel clave en su neutralización.
La situación de la República en ese año de
1793 era de extrema gravedad, acosada en sus fronteras y con graves disturbios en su interior. Existía así mismo una seria desconfianza hacia el poder de los gobiernos y la linea política jacobina propugnaba que la Asamblea Nacional fuera el centro del poder político, siendo los ministros meros ejecutores de las políticas emanadas de la Asamblea; el acoso sufrido por la República y la necesidad de su defensa aconsejó la formación del llamado Comité de Salvación Pública dotado de poderes especiales pero que debía rendir cuentas ante la Asamblea mensualmente de sus decisiones y actividad. El 9 de Termidor del año I (27 de julio de 1793), Robespierre entró a formar parte del Comité de Salvación Pública y gracias a su extraordinario poder de convicción y a su prestigio se convirtió en el alma de la nueva república, él de la llamada «dictadura jacobina» obligada a proponer y ejecutar medidas excepcionales que se consideraban indispensables para salvaguardar la República de las graves amenazas tanto internas (revueltas en la región de Vendée) como externas[cita requerida]. Para Robespierre la República se salvaría si los ciudadanos obraban rectamente de acuerdo con los principios y valores republicanos, los principios democráticos y del bien público expresados en la tríada de Libertad, Igualdad, Fraternidad, y a la coherencia entre valores y conducta, Robespierre la denominaba «Virtud».
Actuar en ejercicio de la Virtud, esto es, ejercerla individual y colectivamente, es una de las claves del pensamiento republicano de Robespierre; pero en los momentos históricos que atravesaba Francia y su nueva república democrático popular (la del periodo de dominio
jacobino), el peligro que representaban los enemigos de la república y la libertad era real: los legitimistas franceses, los expatriados franceses en Inglaterra o en los reinos alemanes, o los especuladores y acaparadores que proliferaban en tiempos de guerra y conflictos constituían una amenaza. Robespierre consideraba que la República debía defenderse de forma contundente y rápida, arrebatando a sus enemigo la iniciativa, y a esa acción la denominaba el «Terror», esto es la aplicación inmediata de la justicia republicana al objeto de neutralizar a los enemigos de la República. De esta forma, el Terror, en el lenguaje republicano jacobino, es una acción en defensa de la Virtud, al objeto de defender el bien público, la República, estando obligado el Comité de Salvación Pública que asumía la defensa de ésta a dar cuenta pública de sus acciones.
El periodo del Terror supuso la muerte en la
guillotina de varios miles de personas, pero sobre todo fue un símbolo de rotura total con el pasado absolutista y la monarquía. Robespierre había sido un firme partidario de la abolición de la pena de muerte, pero su percepción se modificó al asumir la obligación de defender la República de sus enemigos, llegando a considerar que estaba justificada para defender las libertades públicas de quienes pretendían destruirlas.
La dinámica de continuos enfrentamientos internos sometió a la República de Robespierre a una gran tensión. Robespierre jugaba un papel centrista en el gobierno revolucionario, se enfrentó a los ultrarrevolucionarios (seguidores de
Hébert) (24 de marzo de 1794) tildados de demagogos y que ponían en riesgo la República con sus acciones irresponsables,así como a los llamados «Indulgentes» agrupados en torno a Danton y Desmoulins (5 de abril de 1794), quienes como ocurriera antes con los girondinos representaban a grupos de comerciantes y especuladores que se enriquecían con las necesidades de grano del pueblo y de los pertrechos militares precisos en las llamadas Guerras de la Revolución que sangraban Francia, entre ellos reinaba la corrupción por lo que se convirtieron a los jacobinos ojos de Robespierre en enemigos de la Virtud. Danton, compañero de Robespierre desde los primeros días, rechazó la propuesta de unidad y rectificación que éste le hizo, prestándose a maniobras para socavar el poder y prestigio del Comité de Salvación Pública, de forma que cuando el caso fue denunciado y Danton detenido, Robespierre no pudo hacer nada por salvarle.
Maximiliano Robespierre trató de imponer su ideal de república democrática y virtuosa, constituida por pequeños propietarios libres e iguales en derechos, una república en la que el interés público era lo fundamental y en la que no tenían cabida ni los demagogos ni los especuladores y en la que incluso el poder revolucionario debía dar cuenta en Asamblea pública de sus acciones.
La propuesta republicana de Robespierre asumía los valores de la Ilustración y los desarrollaba políticamente en la práctica. coronándola espiritualmente con la institución del Culto al
Ser Supremo, en realidad una concesión teísta frente a los sectores más abiertamente antirreligiosos. Participó en la elaboración de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano así como a la primera constitución francesa en 1791. Se le llamó «el Incorruptible», tanto por sus convicciones como por su modo de vida austero. Robespierre era impecable en el lenguaje, modales y atavíos. Se lo ha llamado desde sectores de derecha «el primer dictador moderno»
Teoría del gobierno revolucionario.La teoría del gobierno revolucionario es tan nueva como la revolución que la ha traído. No hay que buscarla en los libros de los escritores políticos, que no han visto en absoluto esta Revolución, ni en las leyes de los tiranos que contentos con abusar de su poder, se ocupan poco de buscar la legitimidad; esta palabra no es para la aristocracia más que un asunto de terror; para los tiranos, un escándalo; para mucha gente un enigma. El principio del gobierno constitucional es conservar la República; la del gobierno revolucionario es fundarla. El gobierno constitucional se ocupa principalmente de la libertad civil; y el gobierno revolucionario de la libertad pública. Bajo el régimen constitucional es suficiente con proteger a los individuos de los abusos del poder público; bajo el régimen revolucionario, el propio poder público está obligado a defenderse contra todas las facciones que le ataquen. El gobierno revolucionario debe a los buenos ciudadanos toda la protección nacional; a los enemigos del pueblo no les debe sino la muerte.
Robespierre, La teoría del gobierno revolucionario
Robespierre, sometido a una continua presión, empezó a acusarla ausentándose de las reuniones formales del
Comité de Salvación Pública; esto provocó una gran inquietud entre miembros de la Convención y del propio Comité incluso entre quienes habían sido hasta entonces partidarios del terror (Fouché, Barras, los diputados del Marais), La instauración del Gran Terror (Ley de Pradial, año II — 10 de junio de 1794), fue considerada innecesaria tras las victorias militares (Fleurus, 26 de junio de 1794) que consolidaron la Revolución, pensando algunos que la continuidad de Robespierre al frente del Comité de Salvación Pública implicaría que Robespierre estaba ahora decidido a limpiar la República de especuladores, demagogos y arribistas, por lo que comenzó a fraguarse un golpe de estado en el interior del propio poder revolucionario. Decididos a detener al «incorruptible» diputado por Arras Maximiliano de Robespierre, antes de que la defensa de la Virtud llegase a implicar que ellos mismos se vieran ante la justicia republicana, los conjurados decidieron detenerle y ejecutarle sin juicio.
El 9 de Termidor del año II (
27 de julio de 1794) los golpistas irrumpieron en un salón de ayuntamiento parisino donde Robespierre y sus compañeros analizaban la situación, recibiendo un disparo en la cabeza que le incapacitó para hablar. Se le ejecutó al día siguiente, sin proceso, al igual que 21 de sus partidarios (Saint-Just y Couthon). Se colocaron las 22 cabezas en un baúl de madera, y los cuerpos unidos en una carreta que se dirigió al cementerio de Errancis. Echaron cuerpos y cabezas en una fosa común y cubrieron todo con cal viva para que el cuerpo del «tirano» (Maximilano Robespierre) no dejara rastro alguno. Se le enterró en el cementerio de Errancis. Su caída acabó con el Terror y a la vez con el impulso democrático de la República.
A su caída, aquellos que habían organizado el Terror y se habían aprovechado apropiándose de los bienes de los nobles y banqueros ejecutados cargaron todas sus fechorías sobre Robespierre, llegando incluso a falsificar documentos históricos.
La sexualidad de este misterioso personaje es un auténtico enigma. Enfermizo (su médico lo visitaba todos los días), no se le relaciona con mujer alguna. De 1791 hasta su muerte, vivió en casa de un pequeño burgués de la Rue Saint-Honoré, el ebanista
Duplay, que trató de casarlo con una de sus hijas. Tras su muerte, todos los Duplay fueron a la cárcel, algunos durante muchos años. Eléonore Duplay no se casó y vivió el resto de su vida añorando a su gran hombre.
En 1840, partidarios de Robespierre excavaron el cementerio de Errancis, que llevaba treinta años cerrado, y no descubrieron nada.
Maximilano Robespierre sufrió dos intentos de asesinato: el primer intento fue el de
Cécile Renault el 23 de mayo de 1794. Inspirada por el ejemplo de Charlotte Corday, dejó su domicilio con dos cuchillos escondidos en el fondo de una cesta, y fue a casa de los Duplay. Al sospechar de ella Eléonore Duplay, no la dejó entrar y llamó a la guardia. Llevada ante el Comité de Salvación Pública, Cécile Renault negó haber intentado matar a Robespierre. A pesar de todo fue condenada a muerte y ejecutada el 17 de junio.
El otro lo perpetró el realista
Henri Admirat el 22 de junio de 1794. Henri Admirat persiguió a Maximilano Robespierre y, por una serie de casualidades, no logró encontrarlo y disparó dos veces a Jean-Marie Collot d'Herbois, un miembro de la Convención del que se decía que había llevado el asesinato al nivel de una de las bellas artes. Fue detenido y ejecutado en compañía de un grupo de personas a las que no conocía y a las que se acusó de conspirar con él.

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